Claridad, la novela

viernes, 16 de diciembre de 2016

Teorema de amor


Cuando murió mi gatita Alaska lo pasé muy mal, y me juré que nunca más iba a tener nada de cuatro patas que se moviera por sí solo. Se cuelan en el corazón o más allá y duele mucho perderlos. Pero el hombre propone y… lo que está claro es que yo nunca dispongo.

Dejé retazos de alma en mi blog cuando apareció en nuestras vidas.

 

Viernes, 16 de julio de 2010



 

Nos encontró él.

Llevaba varios días rondando la finca, pero yo no le había visto; vine demasiado extenuada de Aranjuez. El pasado martes fui a echarle comida y por la noche, a la hora del paseo, se me ocurrió decirle ¿te vienes? Y desde entonces es difícil separarle de mí, aunque le costó empezar a caminar al lado de mi silla.
Se llama Bruno y tiene unos dos meses, le habían abandonado y apaleado... aún cojea y se asusta. Nunca he visto un perro tan tierno y obediente, y guapo.
Le hemos preparado su sitio dentro de la finca, pero fuera de la casa, y hoy será el primer día que pase solo en su nuevo hogar aunque volvemos esta noche. Y según se adapte... pensaremos en llevarlo al veterinario y quedárnoslo.

 

Lunes, 26 de julio de 2010

Bruno y la poesía…

 


Poesía es la belleza de la vida, el lado amable... la sonrisa del sol.
A veces atravesamos épocas difíciles, injustas y que no entendemos. No consigues que se reconozca tu trabajo de muchos meses ni tu labor de investigación, al menos que te lean; se muere tu mascota...
Y un día aparece Bruno, y sus cuatro patas se van afianzando en tu alma aunque las palabras del veterinario no sean muy prometedoras. Consiguió vivir dos meses solo, y ahora vuelve a correr, jugar, confiar y a protestar cuando le bañas…

 

En los meses en los que más perros se abandonan para poder irse de vacaciones, nosotros nos quedamos con un perrito sucio y abandonado que habían querido matar. Necesitaba cariño, un hogar y comida. Pero ni el veterinario pensaba que viviría. Desafiando a todos se convirtió en un cisne peludo, pasó a ser de raza y ‘carísimo’, y es el mejor perro de caza de Juan. Y mi revolución.

Su cariño y compañía me han ayudado muchas veces. Muchas veces. Aunque no le tengo en casa es parte de mi responsabilidad y equilibrio emocional siempre, no puedo estar sin verle más de tres días por lo que nuestras vacaciones las pasamos junto a él.

Es una de mis alegrías. Siempre había querido tener un perro y Bruno llegó en el momento justo.

 

 

Lunes  15 de noviembre de 2010

Un burka por amor…

 

...y no, no me refiero al libro de Reyes Monforte sino a mi propio traje de esquimal, sólo se me veían los ojos y se me olvidaron los guantes.
El sábado pasado Guadalajara amaneció con una capa de niebla hasta el suelo, hacía un frío del carajo. A las once de la mañana la niebla apenas se había levantado dos metros, toca ir a la tienda de informática, a comprar la comida de Bruno y a la piscina. ¿Sabéis lo fría que está el agua de la olímpica? Lo dudo, pista: todos mis compañeros han dejado de ir por el frío que pasan.
Después de comer ya me llevo el traje de esquimal para dar el paseo por el campo con mi perro, y un simple chaleco para luego hacer la compra semanal. Me he vuelto a tomar la vitamina b12 o no puedo con todo, ni con los dolores.
Pero compensa con creces.
Su cariño, el que siempre esté pendiente de que le siga, venir a buscarme si me paro... es tocar la belleza cuando le veo correr subiendo y bajando los pequeños montículos que marcan las veredas por las que nos perdemos rodeando el pueblo. Es… no parar de sonreír cuando estoy con él.

Por la noche hubo sorpresas.

El domingo se lo volvió a llevar mi marido toda la mañana, y yo me quedé poniendo los puntos sobre las ies con parte de mi propia familia. O defendiendo como un águila lo que es mío.
Antes no lo quería nadie y ahora se lo quieren llevar.
¡Qué decepción y qué ojeras! Pero bueno... ya todo está bien y toca olvidarse, centrarse en el curso y la nueva sorpresiva novela.  Piscina, gimnasio, y los fines de semana Bruno... haga frío o calor que pa’ eso están los burkas ;)

 

 

Y es que Bruno pegó un cambio enorme, de ser un chucho escuálido y que seguro nos iba a contagiar algo (eso decían) pasó a ser un perro precioso y de ‘marca’. Y tan cabezón y bruto como su dueña.

Yo siempre le he visto igual. Es un cruce de perro labrador y un husky, esos perros del polo norte que arrastran trineos. Clavadito, solo que nacido en Castilla-la Mancha.

Por temporadas le hemos tenido en casa; cuando se partió una pata y hubo que operarle, o cuando está malito… Pero en cuanto se recupera y no juegas con él o le acaricias, se pasa el día mirando por la ventana con cara triste o tumbado en la puerta de la calle a ver cuándo le sacan. Es un crimen tener a un perro tan grande encerrado en un piso. Con los perros pequeños viene pasando lo mismo, pero yo no lo sabía aún.

 

Un perro es a lo que se acostumbra, que dice Juan, y ellos están acostumbrados a correr siempre que quieren por nuestra finca familiar. Porque ahora tenemos dos… 

Hace cuatro meses nos dieron un cachorrito. Un buen perro de caza. Un teckel o perro salchicha. Precioso. Cariñoso. Que parece que las orejas van a salir volando cuando corre. Le llamamos Chico y se convirtió en un juguete; sobre todo en el juguete preferido de mis sobrinos pequeños. Cosa que a Bruno no le gustó ni le gusta, ni a él tampoco. Los perros tienen sentimientos y son más listos de lo que pensamos.

Y tragones. Como ellos solos.

 

Fueron días enseñándoles a estar juntos; a compartir juguetes, comida, casetas. A compartirnos, sobre todo a Juan y a mí. Ha sido difícil y poco a poco, pero ahora son inseparables. Sobre todo el pequeño que si lo tenemos más de una hora sin ver a Bruno y en casa, llora, aúlla, ladra, mira por la ventana llorando y se tumba en la puerta a esperarlo. Son iguales, yo creo que si hubieran sido gemelos no se hubieran parecido tanto.

Ha sido el pequeño el que se ha ganado al grande, porque es tan cariñoso y pesado como su dueña. Lo de pesado quiero decir.

A veces me quedo en silencio mirándolos y son tan cómicos y maravillosos que parece mentira que, encima de todo el cariño que te dan, te puedan enseñar tanto…

 

<<Si un perro fuera tu maestroaprenderías cosas como estas:

 

-Cuando tus seres queridos llegan a casa, siempre corre a saludarlos.
• Nunca dejes pasar una oportunidad para ir a pasear.
• Deja que la experiencia del aire fresco y del viento en tu cara sea de puro Éxtasis.
• Toma siestas.
• Dale un beso inesperado a quien tengas a tu lado.
• Estírate antes de levantarte.
• Corre, brinca y juega a diario.
• Mejora tu atención y deja que la gente te toque.
• Evita morder cuando un simple gruñido puede ser suficiente.
• En días cálidos, recuéstate sobre tu espalda en el pasto.
• Cuando haga mucho calor, toma mucha agua y recuéstate bajo la sombra de un árbol.
• Cuando estés feliz, baila alrededor, y mueve todo tu cuerpo.
• Deléitate en la alegría simple de una larga caminata.
• Se leal.
• Para tener muchos amigos es necesario mover la cola, no la lengua (mas acciones y menos palabras).
• Nunca pretendas ser algo que no eres.
• Si lo que quieres esta enterrado, escarba hasta que lo encuentres.
• Cuando alguien tenga un mal día, quédate en silencio, siéntate cerca y suavemente hazles sentir que estás ahí.>>

 

Esto lo encontré en Internet, pero ya me lo había enseñado Bruno. Chico es demasiado pequeño aunque también lo voy descubriendo en él. Lo que peor llevo es lo de los besos inesperados, sobre todo cuando en verano me estoy quedando dormida en una de las tumbonas de la finca. Del beso que me arrea Bruno voto y no literalmente. Pero ya me asusto más despacio porque siempre soy la elegida…

¡Menos mal que no duermo con la boca abierta!

 

Son una fiesta. Sin hipocresía, sin malas caras, sin compromisos. Y me hacen superarme cada dos por tres… y no solo como persona sino con mi enfermedad.

Ellos me aceptan como soy, me hacen reír a carcajadas y la alegría que me contagian me hace hacer las cosas con ganas. Con ilusión. Olvidarme de mi faceta de friolera, de que me duele algo, de que estoy cansada. Hasta en los problemas auditivos me han ayudado, como si despertaran a veces mis tímpanos; han agudizado los sentidos, la atención, la sensibilidad. He aprendido a diferenciarlos cuando ladran estando alejados de mí y sin mirarlos.

Mi marido y mis perros me adentran en la naturaleza y es fascinante.

 

Pienso que no solo es aconsejable tener un animal de compañía para los que hemos aprendido la palabra enfermedad en primera persona, sino que debería ser obligatorio para muchos. Para no creerte el ombligo del mundo, aceptar a todos, no mentir, que se te bajen los humos. Pero pasa lo de siempre: para que un perro te enseñe cualidades insospechadas tienes que darte cuenta de que no eres perfecto. Y ya te digo… ¡alguien así no lo encuentras ni en los chinos!

 

Cuando se murió Alaska pensé que era demasiado mayor para hacerme responsable de otro animal, mis perros me han demostrado que sigo siendo lo suficiente joven para aprender a vivir día a día.

Para volver a nacer con el sol.

1 comentario:

Gonza.- dijo...

Estoy leyendo todo su Blog, simplemente GRACIAS.